Desde la invención de las tecnologías cinematográficas a comienzos del siglo XX, ha sido posible integrar los dominios de audio y visión de manera simultánea. De manera experimental, algunos artistas incursionaron en el campo de la sinestesia, creando material visual directo acompañado de música, interviniendo manualmente las películas. (Norman McClaren, Len Lye, Jordan Belson, Oskar Fischinger).
Posteriormente, la democratización al acceso de las tecnologías, su reducido tamaño, portabilidad y accesibilidad económica han tenido un papel crucial al permitir a un mayor número de personas fuera capaz de realizar sus propias obras audiovisuales en casa. Luego del cine, la aparición de la Televisión y el video fue la siguiente gran revolución audiovisual, que no fue pasada por alto por los artistas, quienes comenzaron a experimentar con nuevos soportes audiovisuales. Se crean entonces distintos movimientos agrupados bajo el nombre de “video-arte”.
En los años ’60, particularmente período que va desde 1963 a 1969, se consolida la tecnología para la obtención y manipulación de la imagen electrónica, nace el video color y se estandarizan las normas para diversas formas de comercialización. Paralelamente, la constante experimentación con los nuevos medios, que dentro de un contexto político agitado e inconformista, motivaron la creación de piezas “anti-sistémicas” que en conjunto van formando un movimiento con un fuerte componente activista, como forma de protesta frente a los modelos pre-establecidos, especialmente en contra de la televisión.
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“De la ilusión del cinematógrafo a la inmersión cibernética. Un paseo por los caminos de lo cinético en el arte contemporáneo” [en línea]. Josu Rekalde. 2004 . En Universo Fotográfico.